
Países Bajos ha salido del Top 20 en la edición 2025 del Índice KidsRights, ocupando el puesto 21. Se trata de una caída drástica desde su destacada posición en el tercer lugar en 2013.
Factores clave detrás del descenso
- Disminución de las tasas de vacunación
La reducción en la cobertura de vacunación entre niños mayores de nueve años ha encendido las alarmas, especialmente porque las cifras han caído por debajo del umbral crítico establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta tendencia revela una creciente vulnerabilidad en la salud pública y una debilidad significativa en las estrategias de vacunación y educación sanitaria. - Respuesta insuficiente ante amenazas digitales y crisis de salud mental
El Índice KidsRights 2025 destaca una grave emergencia de salud mental entre los jóvenes. Más del 14% de los menores entre 10 y 19 años sufre problemas psicológicos, y se ha registrado un preocupante aumento en los intentos de suicidio, estrechamente vinculados al uso intensivo de redes sociales e internet. A pesar de las prohibiciones del uso de teléfonos móviles en las escuelas, la respuesta general de las autoridades se considera “inadecuada”. Organizaciones como UNICEF y KidsRights sostienen que Países Bajos no está preparado para afrontar las realidades digitales que enfrentan los jóvenes. - Desafíos estructurales en el sistema de protección social y atención juvenil
Persisten problemas sistémicos de larga data: la atención a la infancia está bajo presión, los niños solicitantes de asilo enfrentan condiciones de vida inadecuadas, y la pobreza infantil continúa siendo una preocupación crítica. - Deficiencias en políticas y gobernanza en sectores clave
La caída también se atribuye a la falta de políticas coherentes y decisiones eficaces en áreas como asilo y migración, protección infantil y servicios de salud para la juventud.
La urgencia digital: Prohibición total de teléfonos y redes sociales para menores
El núcleo de la crisis del bienestar infantil en Países Bajos –y a nivel global– radica en la exposición descontrolada de los menores a los smartphones y las redes sociales. Los datos ya no dejan lugar a dudas: el aumento de los casos de depresión, ansiedad, autolesiones e intentos de suicidio se correlaciona directamente con el incremento del consumo digital entre los jóvenes. Detrás de estas cifras se esconde una realidad brutal: nuestros niños están siendo atacados en un entorno digital diseñado para generar beneficios, no para protegerlos.
Stop Child Abuse adopta una postura inequívoca:
Los teléfonos móviles no deben estar en manos de ningún menor. Punto.
Las redes sociales no son ni sociales ni seguras: causan daños irreversibles a la salud mental, emocional y del desarrollo de los niños.
Las medidas simbólicas como restricciones de tiempo frente a la pantalla, prohibiciones en las aulas o controles parentales no son suficientes. Aplacan a la opinión pública, pero no enfrentan el problema de raíz. Mientras las plataformas digitales sigan diseñadas para explotar la atención y amplificar contenido perjudicial, ningún marco de protección será eficaz.
Por ello, exigimos una acción política firme, basada en principios centrados en la infancia:
- Prohibición total del uso de smartphones y del acceso no supervisado a internet para menores.
- Prohibición legal y ejecutable del uso de redes sociales para todos los menores de 18 años.
- Regulación estricta de fabricantes de dispositivos digitales y plataformas tecnológicas que se dirigen a niños, con responsabilidad penal en caso de incumplimiento.
- Un cambio cultural hacia la socialización en el mundo real, la actividad al aire libre y el desarrollo infantil basado en la comunidad.
Esto no se trata de nostalgia ni de tecnofobia. Se trata de supervivencia. Los niños no pueden defenderse por sí solos contra los intereses de gigantes tecnológicos que valen billones —nosotros debemos hacerlo por ellos.